20090308

la paz - monte hermoso

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equipajes cargados y medio sándwich de milanesa para cada uno
en un vagón con un canto perenne y monocorde de amor a dios,
leo “el faro, el faro” y me hace llorar justo cuando el tren alcanza su mayor velocidad
ya no sé si es el movimiento o es el ruido, pero las lágrimas no caen rectas
se esparcen por la piel roja de sol y arden

entre dos espigones se desarrollaba la escena, una de las tantas imágenes posibles
para varios cuerpos que se desplazan kilómetros en huidas más o menos breves
aunque ya contempladas por cualquier sector terciario que se precie

cuando atardece son flashes y una experiencia cada vez más mediada,
que el sol se ponga a la derecha favorece naturalmente los encuadres actuales
de una persona al margen y el paisaje ocupando el resto

a las nueve de la noche un temblor me sitúa en madre y es irreversible

en la revelación de una anatomía del amor que ya estaba hecha
creemos ver una sorpresa sin nación, imprecisas coordenadas de
unas facciones perdidas entre sillones y tazas de plástico y
escasez de cubiertos y canales de música como lo más cercano a casa
una voracidad íntima apenas visible en la persistencia,
y la pesada simbología del abrigo en el momento justo;
SON ESTOS TODOS LOS NOMBRES DE UNA MISMA CONSTELACIÓN

a las nueve de la noche el faro se prende

partidas de ajedrez entre la arena
“la última reivindicación de una distinción obsoleta”
se comentan entre ellos los espectadores que pasan o eso es lo que creemos escuchar
los chicos con conciencia piden piedad y los demás, un poco, también pedimos
no se sabe exactamente con respecto a qué, pero el gesto tranquiliza
lo raro es que cada día que nos levantamos con la luz en la cara
hacemos las mismas preguntas
¿cuáles son las cosas que nos dividen, que dividen todo?
después de la expiación del agua se van pensando varias ideas así,
pensar con lo que se tiene más cerca es un juego en el que tenemos práctica
a medio metro el viejo de la sombrilla de al lado:

si finalmente La Paz... no
si la paz de una jubilación y una cicatriz que cruza la panza
si la paz de, esta paz nuestra, mía, si estar vencido es como
si son la misma... La Paz, no
si es lo mismo... que... La Paz, no
(lapsus)
si finalmente son la misma paz

un mapa, un planisferio, una totalidad imprecisa y arbitraria
en la que todo orbita alrededor del faro,
no importa a cuántas horas o kilómetros esté

en el suelo de goma del pasillo
parecen de una simultaneidad inseparable
los problemas de estética y la provincia de buenos aires, rauda
también el miedo a que un extasiado en el antiguo testamento y bizco,
el miedo a su empatía apocalíptica, sentada al lado de esta puerta abierta
escuchame, escuchame, dice juan cuando la misión ya duerme
las luces prendidas toda la noche se apagan más rápido
con las cervezas en lata del vagón comedor
mientras los de la unión ferroviaria (que existen) juegan a las cartas y a los gritos
tachamos los casilleros de las coincidencias
entre el orden y las buenas intenciones
elaborando una linda transición; indolora
casi.
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Leí el poema.
Algunas cosas no las entendí, pero:
"La noche iluminada artificialmente ad eternum se hace más rápida
con cervezas en lata en el vagón comedor", lo resume todo.
Nunca tomé esas cervezas y la escapada fue mucho más que el viaje en tren, pero lo mismo. De alguna manera, ese detalle irrefutable y tremendo que fue la noche de vigilia obligada me recuerda que estuve ahí.
En su momento no escuché la frase tal cual, sí la idea. En todo caso es un placer abarcar en una linea toda la experiencia.
Un fuerte abrazo

Anónimo dijo...

son preciosas estas lineas. yo tambien quiero viajar en tren a la playa y vivir transiciones indoloras. me gusta lo de la voracidad intima apenas visible en la persistencia y (mucho) la foto en medio del atardecer, la persona y el paisaje en la ventanilla del tren.

Anónimo dijo...

Sos grosa

JP